El Día
Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer fue creado por
la Asamblea de Naciones Unidas en diciembre de 1999. Desde entonces, cada 25 de
noviembre salimos a la calle para reclamar que pare el terrorismo machista.
Cinco
años después, el gobierno español aprobaba la Ley Integral de Medidas de
Protección contra la Violencia de Género. Las mujeres celebramos la iniciativa
pero seguimos saliendo a la calle a protestar contra el goteo incesante de
víctimas.
Las
mujeres españolas estamos acostumbradas a manifestarnos para reclamar derechos
que los hombres españoles han disfrutado sin merma alguna. Hemos conseguido
algún avance pero hemos pagado un alto precio. En los últimos 14 años, de 1999 a noviembre de 2013, 923 mujeres han muerto por reclamar su
derecho a elegir con quién y con quién no querían vivir. En ese tiempo, los
hombres han seguido eligiendo sus parejas sin tener que pagar por ello ningún
precio.
En 42
años, entre 1968 y 2010, el terrorismo etarra ha matado a 829 personas,
mayoritariamente hombres. El Estado ha dedicado medios y esfuerzos para acabar
con ese terrorismo, cuya balanza criminal se consideraba, con toda razón,
insoportable. Nadie ha puesto nunca en cuestión la inocencia de las víctimas ni
la condición de criminales de los terroristas. Nadie ha cuestionado los esfuerzos
para eliminar el terrorismo etarra pero se cicatean los medios para ayudar alas mujeres que huyen de una muerte segura, que tratan de proteger a sus hijos. Sin embargo, en un tercio de ese tiempo han muerto 100 mujeres más por terrorismo machista que el cómputo total de víctimas de terrorismo etarra.
Peor
aún, día sí y día también las mujeres tenemos que soportar declaraciones y argumentaciones
de grupos de presión muy poderosos, con la iglesia católica a la cabeza, que
tratan de exculpar a los asesinos y culpabilizar a las víctimas.
Las mujeres
salimos una vez más este 25 de noviembre a manifestarnos para visibilizar al resto de la sociedad esta matanza, demostrar que no estamos solas y para enseñar el camino
a nuestras hijas pero también para que no nos maten. Para que el machismo y los
machistas no maten a nuestros hijos y a nuestros nietos. Salimos para reclamar,
una vez más, que el terrorismo machista tenga el mismo tratamiento que
cualquier otro terrorismo como el etarra o el islamista. Todos están animados
por el mismo sentimiento fundamentalista y radical, todos están avalados por
razones que se oponen al ordenamiento jurídico español.
Reclamamos
el mismo tratamiento y los mismos esfuerzos que se dedican a la eliminación de cualquier
terrorismo. Reclamamos que no se minimice la incidencia y la práctica del
machismo, que se defienda incondicionalmente a las mujeres víctimas del
terrorismo machista, que no se las culpabilice, antes bien, que sea el agresor
quien se sienta acorralado y estigmatizado.
A
quienes ponen el acento en la defensa de la vida desde posiciones conceptuales,
les pedimos que defiendan con la misma intensidad a las mujeres y a los niños víctimas de la
violencia estructural que es el machismo.
A los
políticos de todo el espectro ideológico les pedimos actuaciones más
comprometidas que las meras declaraciones de condolencia. Queremos verlos en
los entierros de mujeres víctimas de violencia machista como los vimos en los
funerales de las víctimas de otros terrorismos. Porque el terrorismo es igual
cualquiera que sea su base: unos matan y otros mueren. Y en esta guerra sin
cuartel que es el terrorismo machista las mujeres sólo ponemos las víctimas.