HOMINI LUPUS. DESPUÉS DEL 7N.
Hubo un tiempo en el que el bien común importaba a más seres
humanos. Nunca a todos, pero sí a muchos más. Importaba la fuerza y la salud de
cada una, de cada uno; las tierras comunes, los frutos comunes, el fuego de
todos, la honestidad, la templanza, la solidaridad.
Pero he aquí que un día el egoísta cavila y urde una
estratagema para poder continuar con su egoísmo sin ser señalado, sin ser
condenado por la comunidad a la vergüenza y al ostracismo. Con mucho descaro y
aún mayor labia, va haciendo creer a los demás, día a día y sin descanso, que
su forma de comportarse no sólo es la más natural, sino que es bella y es
buena.
Que querer apropiarse de cuanto más dinero mejor, es lo que
hace- y lo que debe hacer- cualquier hombre que es sincero consigo mismo. Que
pelear y conquistar tierras y bienes ajenos es saber ser un héroe. Que someter
a otros seres humanos y tratarlos como
esclavos es convertirse en señor. Y que someter a las mujeres y hacerles saber
quién manda es convertirse en el mejor y el más feliz de los hombres. Todas
esas cosas forman parte indisoluble de un todo, que se llama masculinización:
la forma en la que los egoístas institucionalizan su egoísmo llamándolo masculinidad,
hombría, heroicidad.
Millones de hombres se apuntan al carro, aunque saben muy
bien que el cuento que se están contando no es de ningún modo cierto. Que para
que el mundo gire y continúe existiendo es necesario que la mayor parte de la
humanidad no se comporte como ellos. Que es imprescindible que haya un buen
número de personas que sigan preocupándose por el bien de todos, incluido el de
ellos. A esos otros, les llaman mujeres; les llaman afeminados; les llaman
esclavos o siervos. Y les echan la culpa de serlo.
Por eso al capitalismo o a cualquier otra clase de poder le
resulta tan difícil deshacerse de algo como el machismo y la violencia que
subyace en él. Porque forma parte de la violencia que el propio poder ha
ejercido desde siempre, pero que para poder ejercerse, necesita primero haber
sido naturalizada, institucionalizada, transformada en lo natural, en lo bueno
y en lo bello.
Los crímenes machistas dicen mucho de los individuos que los
cometen, pero dicen más del gobierno que los tolera y pretende que no puede
hacer más. Porque el poder que así se comporta es el que más suele necesitar de
hombres y sociedades que crean que esa violencia, que esa agresividad y que ese
egoísmo son lo que se llama ser hombre, ser humano, ser un animal
racional.
Que el hombre es un lobo para el hombre ha sido siempre la
frase favorita del lobo, en última instancia la de gobiernos de lobos, pero
nunca, jamás, la de un hombre o un gobierno democrático de verdad.
A tan sólo dos días del 7N, en nuestro país ya hay cinco mujeres asesinadas más.