jueves, 1 de marzo de 2012

Educación y Ciudadanía


José Ignacio Wert, Ministro de Cultura y Educación, anunció recientemente la eliminación de Educación para la Ciudadanía, y su sustitución por educación cívica y constitucional. Según Wert, esta versión estará libre de “cuestiones controvertidas". Con este hecho, Wert satisface a los sectores ultra católicos y jerarquía eclesiástica, dando por cumplida una de las promesas electorales del PP. Es cuanto menos paradójico, que una asignatura que ya estaba asimilada en el currículo escolar, no haya dejado de estar en el punto de mira de la Iglesia, durante toda la legislatura socialista, que acusaba al Gobierno de introducir un sesgo político doctrinario.

Acusación tanto más paradójica, cuando la Iglesia no objetó en ningún momento la existencia de la formación del espíritu nacional, asignatura obligatoria durante el franquismo, y que introducía claramente a los alumnos en la ideología falangista. La misma Iglesia católica que imponía la enseñanza de la religión obligatoria tanto para creyentes como no creyentes.

Cuesta creer que José Ignacio Wert, sociólogo de profesión, haya utilizado información totalmente sesgada para justificar la eliminación de la asignatura. La propia Editorial Akal, se vio en la obligación de emitir un comunicado a los medios, explicando que los ejemplos utilizados por Wert, durante la rueda de prensa, formaban parte de un ensayo publicado en 2007, y lo más grave es que éstos  no han sido utilizados nunca ni por colegios ni como libro de texto.

Educación para la ciudadanía pretendía enseñar a los alumnos a vivir como ciudadanos responsables, favorecer el desarrollo de personas libres e íntegras a través de la consolidación de la autoestima, la dignidad personal, la libertad y la responsabilidad.  Otro de sus objetivos, era formar ciudadanos con criterio propio y contra prejuicios como el racismo y la homofobia, para ello hacía hincapié en valores como el respeto, colaboración y solidaridad. Para ello, la asignatura contemplaba la enseñanza de los derechos y obligaciones.

Además, alentaba a los alumnos a desarrollar capacidad para asumir sus deberes y fomentar hábitos cívicos que les permitieran ejercer la ciudadanía de forma eficaz y responsable.  Durante todos estos años hemos encontrado en los medios, respuestas en contra de lo más peregrinas, algunos obispos han llegado al extremo de declarar que la utilización de la palabra homofobia induce a una ideología de género, cuando es precisamente la cuestión de género, lo que plantea un problema a la Iglesia, toda su moral, especialmente la sexual, se basa en el sentido más biológico del concepto de naturaleza.

Nos enfrentamos a una nueva paradoja: la sociedad culpa a la educación ante cualquier problema social sea sobre drogas, embarazos en adolescentes, accidentes de tráfico, violencia en las aulas, doméstica o de género, y  pide a la escuela que sea en su espacio donde los niños aprendan a convivir, que les eduquen en valores cívicos y éticos…

Educación para la Ciudadanía no va en contra de la familia, ni de la religión, sino todo lo contrario, va a favor de todo ello, ¿Cómo es posible que en un momento como el presente, dentro de un escenario global, un Gobierno ceda ante un grupo minoritario que demuestra una vez más su limitada capacidad intelectual? Eliminar del currículum una asignatura como Educación para la Ciudadanía es oponerse frontalmente a la enseñanza de los derechos humanos de todos y todas.