sábado, 10 de diciembre de 2016

LOS ÚLTIMOS COLETAZOS RABIOSOS DEL MACHISMO Y LA RESPUESTA DE SUS PARES.

Josune Aguinaga Roustan.


     Las feministas, muchas mujeres, estamos asistiendo perplejas a unos ataques machistas a los que habíamos dejado de estar acostumbradas, era el machismo benévolo el que había conseguido la supremacía y eso nos hacía estar incluso algo relajadas en ocasiones. La virulencia de las declaraciones tanto de una parte de la iglesia, como de una parte de hombres está subiendo de tono.

     A todo esto se suman voces de hombres que, desde su postura de machismo benévolo, pretenden explicar qué tienen que hacer las mujeres para conseguir sus objetivos. El feminismo es una teoría crítica de la sociedad y es una reivindicación, y para hablar de ello hay que tener conocimiento de causa. Es decir, leer teoría feminista para saber de qué se habla y ser activista para entender por qué se producen las reivindicaciones.

    Otra cuestión que ya es urgente es que las reivindicaciones se asuman también por parte de los hombres. En cierta ocasión en una reunión entre hombres y mujeres, el más respetuoso con el feminismo me dijo que la igualdad era una cuestión que nos tocaba resolver a las mujeres. Pero eso era no entender la esencia del problema. La violencia de género nunca se resolverá sin la contribución de los hombres.

    También es verdad, que el machismo encubierto había asumido el discurso de lo políticamente correcto, se trataba de quedar bien, sin interiorizar realmente las cuestiones feministas. Y esta forma superficial en más de una ocasión hacia saltar el corsé de la corrección hacia una salida de tono sorprendente, incluidos muchos hombres con responsabilidades políticas o económicas. La Ley de Igualdad, había convertido en una obligación, contar con las mujeres en la administración pública, en la enseñanza, en tribunales, y ciertos partidos apoyaban que esto se ampliase en sus propias organizaciones y en todos los ámbitos de su influencia, listas electorales, puestos de responsabilidad, cargos políticos, etc.

      Justamente este corsé está estallando en muchos espacios, pero sobre todo en aquellos en los que lo políticamente correcto está forzando a un discurso diferente al pensamiento real y profundo de algunos sectores sociales. El respeto debido a las mujeres, no necesariamente pasa por el discurso de lo políticamente correcto, es el derecho de las personas el que está por encima de cualquier corsé venga de donde venga. Por cierto, el discurso de lo políticamente correcto es un arma de doble filo para las sociedades a las que se les ha impuesto sin una educación previa, ya que por un lado puede ser informativo e ilustrativo de cómo comportase ante una situación poco interiorizada sin ofender al otro y por lo tanto ejercer una misión educativa, y por otro lado con el tiempo se ha convertido en un límite que sirve para sobrepasarlo y transgredir.

     Estamos asistiendo a ataques absurdos e ignorantes, pero también estamos asistiendo a ataques de quienes menos lo podíamos esperar, prensa progresista, revistas que habían respetado la diversidad de género y que se han unificado con presencia masculina. Por no hablar de miembros de la Iglesia, obispos, cardenales, curas de a pie, imanes, y también alcaldes y políticos de todo signo.

     Las amenazas tradicionales a las mujeres que escriben en medios de comunicación, son delitos de odio, ya lo dije en otra ocasión, son amenazadas por ser mujeres, porque no les conocen de nada, en demasiadas ocasiones lo que menos importan son las ideas. Es decir, es como ir contra los judíos por ser judíos. Pero los twiteros amenazantes, son una bolsa más o menos grande que prácticamente va quedando aislada, se han manifestado mucho y mal y algunos pueden estar en el punto de mira de la policía.

    Esto forma parte de la cotidianidad, lo nuevo es lo que viene de la parte progresista que no aguantaba un corsé mental que no tenía interiorizado, que todavía sigue siendo benévolo, oculto, disimulado pero muy visible desde las gafas violeta, la osadía de políticos voceros situándose en el lado de la desigualdad desde un cretinismo mental es algo que no pensábamos que se podía repetir.

    Está claro que todos estos rasgos de retroceso en los avances hacia la igualdad, son los últimos coletazos de un machismo recalcitrante, que han hecho reaccionar por fin a magníficos compañeros de viaje, que han considerado intolerables estas verbalizaciones y han contestado a sus pares como se merecen. Gracias, tíos, nos habéis hecho felices y desde aquí lo digo y nunca me cansaré de repetirlo: la revolución feminista necesita a los hombres.

domingo, 6 de marzo de 2016


¡QUÉ NEGOCIEN LAS MUJERES!
 
PROPUESTA PARA LA CONSECUCIÓN DE UN GOBIERNO SIN SEGUNDA VUELTA DE ELECCIONES

"El maniqueísmo de la vida política conduce a los líderes de partidos opuestos a exagerar sus diferencias y a compartir problemas a la forma de los héroes de Homero, ya que sobre la sustancia de los problemas normalmente están menos enfrentados por sus convicciones profundas que por el lugar que ocupan conforme a las responsabilidades de la gestión (en este caso en la negociación)". Edgar Faure, 1973

El número de mujeres en el Congreso de los Diputados es insuficiente para formar una mayoría absoluta, tenemos 138 mujeres, cifra lejana a  176, que se necesitan para conseguirlo, pero suficiente para opinar. Aunque muy ajustada para cumplir la declaración de Atenas del “ni más del 60 ni menos del 40 de cada sexo en ningún ámbito incluido el de la política” (en este momento en el Congreso de los Diputados suponen el 39,43% de mujeres). Además sabemos que cada mujer pertenece a un partido y supuestamente provienen de ideologías diferentes.

Todas las listas de los candidatos a presidente tienen una mujer en los primeros puestos. Soraya Sáez de Santamaría (PP) número 2, Meritxell Batet (PSOE) número 2, Sol Sánchez (UP) número 2, Carolina Bescansa (Podemos) número 3, Marta Rivera (Ciudadanos) número 3, por mencionar a los más votados y a los más obligados a negociar. Porque mujeres hay muchas más, en puestos de salida (secundarios), Pilar Ardanza (PNV), Esther Capella (ER), Lourdes Ciuró (DL) o bien del grupo mixto como Ana Oramas de Coalición Canaria, Sol Sanchez de UP (ya mencionada) y alguna más. Sin embargo para sentarse a negociar, para hablar con el Rey, para pelear y sudar la camiseta no entra ninguna de ellas en el escenario.
                                                              ¿Y por qué no?
A lo mejor, no lo aseguro, aportaban ideas diferentes. A lo mejor conseguían unos mínimos acuerdos de base.

Esta semana se comentaba que había mucha testosterona en la negociación, pero no solo testosterona, también mucho ego y mucho adanismo. ¡O yo o se acaba el mundo! esto les pasa a algunos chicos, otros lo plantean con unas formas más atemperadas, aunque con la misma idea de fondo. Pero no consiguen llegar a los acuerdos necesarios para sacar adelante un gobierno de cambio. Ya que no se ponen de acuerdo, ¿porque no experimentar? Dejemos a las mujeres manifestar sus posiciones, su capacidad para negociar y sus posibles o imposibles acuerdos.

miércoles, 20 de enero de 2016

QUÉ MUJERES Y POR QUÉ ASUMEN ACRÍTICAMENTE LA TEORÍA DEL APEGO.

Frente a la teoría del apego existe un quién y unos porqués. Las razones son diversas y complejas, pero aquí se va a llamar la atención sobre dos motivos principales:

En primer lugar, la presión social sobre las mujeres, que abona el eterno discurso de la “mala madre” encabezado hoy por la medicina, como antes –y aún ahora en muchos lugares- hicieran las religiones.

En segundo lugar, también el modo en el que la reacción machista a los avances de las mujeres ha logrado calar en la sociedad, haciendo retumbar en mentes y corazones términos como “feminazi”.

Tristemente, la sociedad parece aceptar hoy de peor grado las reivindicaciones feministas de conciliación que la idea del respeto a la fe y a las creencias de cada cual, lo que tal vez concite a poner mayores esperanzas de éxito si a las tareas de cuidados, hasta hoy minusvaloradas, se las reviste con nombres que hacen más referencia a diferencias culturales que a la desigualdad de género, como en este caso el derecho de cada cual a criar a sus hijos según sus creencias “de apego” en lugar de, lisa y llanamente, el derecho de las mujeres a conciliar.

Se trata de una batalla a ganar con mayor urgencia por cuanto que las jóvenes madres hoy se encuentran con unas condiciones laborales cada vez más precarias y una ayuda familiar ya agotada, con abuelos y abuelas de nueva generación, que ya no están disponibles en casa porque también tienen que trabajar.

Pero no nos engañemos. Llevar a un bebé al trabajo o poner por delante las necesidades del hogar, abandonando el club de las “malas madres” y pudiendo “con todo” es un lujo que sólo una élite de privilegiadas puede permitirse, respaldadas por su status económico, sus padres y madres o sus propios amigos (o amigas)-jefes.

La mayoría seguirá inmersa en el intento de asumir que son malas, como la mejor forma de aprender a funcionar en sus múltiples dimensiones como trabajadoras, madres, amas de casa y personas; a un cúmulo de tensiones y contradicciones que ni de lejos han tenido que soportar nunca los hombres.

Para esta mayoría, el hecho de que se las pasee por los ojos la imagen del bebé de una pretendida superwoman que “puede con todo” sólo puede consistir en un acto de vanidad que entronca con cuestiones de clase, una nueva especie de “virtud” victoriana, que les recuerda a ellas lo “incompetentes” que son.

En la historia siempre ha habido vanguardias y retaguardias. Lo importante, en cualquier caso, es que realmente todo ello acabe sirviendo a la causa de la igualdad y la mejora de la calidad de vida de todas y todos, y que no acabemos en una especie de “evismo” (como correlato del actual regusto adanista) que acabe devolviendo a nuestras jóvenes a las cavernas en lugar de a su supuesto paraíso.


lunes, 18 de enero de 2016

TEORÍA DEL APEGO: PSICOLOGÍA, PEDIATRÍA Y PROCREACIÓN.

La teoría del apego surge después de la II Guerra Mundial, por las dificultades que los huérfanos de guerra encuentran en su desarrollo. A partir de ahí, Naciones Unidas se preocupa en encontrar una solución y encarga a un psiquiatra, Bowlvy, que presente argumentos para resolver esta problemática.

El bebé, la bebé mientras van desarrollándose no son autónomos, son dependientes y precisan de un adulto que interactúe con ellos y, sobre todo, les proteja en todas sus necesidades, desde higiene, alimentación, además de la adquisición lenta y compleja de la autonomía personal.

Pero la teoría del apego no pasa de ser una teoría que habla de la interrelación y vínculo entre seres humanos, más cuando estos no son autónomos, por tanto cualquier adulto puede ser la figura que los bebés necesitan. Es más, no queda claro si tiene que ser una persona o pueden ser varias, con lo que cualquier miembro de la familia puede ser esa figura: el padre , la madre, la abuela o varias de estas personas a la vez.

La prueba de que la teoría del apego hay que ponerla en cuestión, es que en su evolución ha derivado en las relaciones amorosas, lo que significa que los seres humanos estamos abocados a la interdependencia y a la interrelación, en definitiva al apego o al vínculo.

Pero a las madres siempre se les ha presionado en un sentido o en otro, y el discurso de ser mala madre si no se cumplen los estandares impuestos, antes por la religión, después por la medicina y ahora por los naturalistas o por todos a la vez, hacen sentirse muy mal a las mujeres que no aceptan estar en el grupo de "malas madres".


Por ello, el auge y la primacía que ha tomado en estos momentos la mencionada teoría no deja de resultar sospechosa de esconder alguna intención no tan clara como la propia definición pretende hacernos creer.

lunes, 9 de noviembre de 2015

HOMINI LUPUS. DESPUÉS DEL 7N.

Hubo un tiempo en el que el bien común importaba a más seres humanos. Nunca a todos, pero sí a muchos más. Importaba la fuerza y la salud de cada una, de cada uno; las tierras comunes, los frutos comunes, el fuego de todos, la honestidad, la templanza, la solidaridad.  
Pero he aquí que un día el egoísta cavila y urde una estratagema para poder continuar con su egoísmo sin ser señalado, sin ser condenado por la comunidad a la vergüenza y al ostracismo. Con mucho descaro y aún mayor labia, va haciendo creer a los demás, día a día y sin descanso, que su forma de comportarse no sólo es la más natural, sino que es bella y es buena.
Que querer apropiarse de cuanto más dinero mejor, es lo que hace- y lo que debe hacer- cualquier hombre que es sincero consigo mismo. Que pelear y conquistar tierras y bienes ajenos es saber ser un héroe. Que someter a otros seres humanos  y tratarlos como esclavos es convertirse en señor. Y que someter a las mujeres y hacerles saber quién manda es convertirse en el mejor y el más feliz de los hombres. Todas esas cosas forman parte indisoluble de un todo, que se llama masculinización: la forma en la que los egoístas institucionalizan su egoísmo llamándolo masculinidad, hombría, heroicidad.
Millones de hombres se apuntan al carro, aunque saben muy bien que el cuento que se están contando no es de ningún modo cierto. Que para que el mundo gire y continúe existiendo es necesario que la mayor parte de la humanidad no se comporte como ellos. Que es imprescindible que haya un buen número de personas que sigan preocupándose por el bien de todos, incluido el de ellos. A esos otros, les llaman mujeres; les llaman afeminados; les llaman esclavos o siervos. Y les echan la culpa de serlo.
Por eso al capitalismo o a cualquier otra clase de poder le resulta tan difícil deshacerse de algo como el machismo y la violencia que subyace en él. Porque forma parte de la violencia que el propio poder ha ejercido desde siempre, pero que para poder ejercerse, necesita primero haber sido naturalizada, institucionalizada, transformada en lo natural, en lo bueno y en lo bello.
Los crímenes machistas dicen mucho de los individuos que los cometen, pero dicen más del gobierno que los tolera y pretende que no puede hacer más. Porque el poder que así se comporta es el que más suele necesitar de hombres y sociedades que crean que esa violencia, que esa agresividad y que ese egoísmo son lo que se llama ser hombre, ser humano, ser un animal racional. 
Que el hombre es un lobo para el hombre ha sido siempre la frase favorita del lobo, en última instancia la de gobiernos de lobos, pero nunca, jamás, la de un hombre o un gobierno democrático de verdad.
A tan sólo dos días del 7N, en nuestro país ya hay cinco mujeres asesinadas más.



viernes, 6 de noviembre de 2015

LA ASOCIACIÓN DE MUJERES UNIVERSITARIAS DE MADRID SE UNE A LA MANIFESTACIÓN CONTRA LAS VIOLENCIAS MACHISTAS POR LAS CALLES DE MADRID


El 7 de noviembre de 2015, a las 12h, mujeres y colectivos feministas de todo el territorio español marchamos juntas a Madrid para exigir que la lucha contra las violencias machistas sea una Cuestión de Estado. La Marcha saldrá desde el Ministerio de Sanidad en el Paseo del Prado hasta Plaza de España.
Invitamos a toda la población civil a que se sume a esta Marcha, ya que la erradicación de las violencias machistas y las violencias hacia las mujeres es una cuestión que atañe a toda la sociedad.
¡Ni un feminicidio más! ¡Basta de violencias machistas y de inacción por parte de la justicia y de los gobiernos!




sábado, 22 de agosto de 2015

PASTILLA ROSA, PASTILLA AZUL: SEXUALIDAD, ANDROCENTRISMO Y FARMACÉUTICAS.

Leemos en los diarios de los dos últimos días, que en las farmacias estadounidenses estará disponible, a partir del próximo mes de octubre, la Flibanserina, a la que los medios de comunicación se refieren como la “viagra femenina”. Pero lo cierto es que parece que no lo es.

Dejando al margen el hecho infantil del color con el que las farmacéuticas han teñido cada uno de sus dos productos –azul para ellos, rosa para ellas- conviene señalar unas cuantas diferencias bastante más serias:

En primer lugar, la flibanserina actúa contra el “deseo sexual hipoactivo”, es decir, que mientras que la “viagra” masculina se ideó para que los hombres que quisieran, pudieran mantener relaciones sexuales, la femenina se ha ideado, en cambio, para que las mujeres que no quieren, sí quieran (y puedan así, supuestamente, ser más felices, lo cual ya parece un pensamiento bastante perverso).

Pero además, la pastillita de marras nos trae la nueva de que ya no va a valer no querer. Las presiones pueden comenzar a apuntar en una dirección que asusta. Porque ¿cuántas mujeres a partir de ahora se sentirán presionadas para cambiar el sentido de su voluntad, para estar siempre dispuestas a los deseos de “su” hombre –o de otros hombres- cuando la “ciencia” le está diciendo que ya no hay razón para decir no, excepto su terquedad para no ingerir la dichosa píldora?
Más aún ¿cuántos hombres comprarán esa pastillita rosa y se la harán ingerir, en cualquier lugar público o privado, con o sin el conocimiento de la mujer? Porque la flibanserina tiene efectos secundarios igualmente opuestos a los de la viagra masculina: produce sueño, disminución de la presión arterial, puede llegar a ocasionar incluso desmayos… induce, digámoslo de una vez, una imagen –y una realidad física- de debilitación de la mujer, completamente contrarias a las de la píldora masculina.

Para terminar de rematar el concepto, la viagra masculina actúa sobre la presión arterial, mientras la flibanserina actúa… sobre el cerebro. A nivel simbólico, el mensaje que se emite es: si la mujer no quiere tener relaciones sexuales es porque está mal de la cabeza. Fisiológicamente, supone debilitar su actitud o voluntad, para volverla más receptiva a la relación sexual.

La primera intención declarada de los “científicos” de turno es administrarla únicamente a las mujeres pre-menopáusicas (abundando en la idea de que si no quieren sexo es porque no andan muy bien de lo suyo, que al final es del cerebro). Pero tras esa cortina se esconde la realidad de la presión hacia una sexualidad androcéntrica, y el hecho incontrovertible de que todos y todas, mujeres y hombres, tendrán a partir de ahora legalmente a su disposición una pildorita para que las mujeres vivan sin vivir en sí, y quieran aunque no quieran. Algo así como para que las mujeres puedan anular su voluntad por voluntad propia.

En realidad, la única semejanza entre tan diferentes productos farmacéuticos, es que insisten en una visión de la sexualidad humana –y de la diferenciación de roles sexuales entre mujeres y hombres- que creíamos ya superada, y que ambas parecen tener en cualquier caso el mismo cliente final: ese que sí quiere, y quiere que las mujeres quieran, como, donde y cuando él quiera.