sábado, 14 de abril de 2012

A vueltas con el debate sexista


El debate del lenguaje sexista,  es uno de los puntos recurrentes de nuestra agenda. Todas nosotras, somos en algunas ocasiones testigos en primera persona y sufridoras directas en otras, del menosprecio e insensibilidad con que nos trata el sistema patriarcal. Somos también conscientes de que no podemos eliminar esta práctica de un plumazo, ¡ya nos gustaría!, por lo que no hay que bajar la guardia  y trabajar un plan de acción continuo, que tenga en cuenta las denuncias y los hechos de cada día, y en ningún caso, dejar pasar la oportunidad de  hacer visible lo invisible. 


Incluso es posible, que a base de repetir las mismas historias, éstas se  vayan sintetizando en nuevos refranes populares, que ensalcen las habilidades de las mujeres, que son muchas,   y al mismo tiempo vayan supliendo a los tradicionales que hacen continua alusión a cómo evitar la libertad femenina, ya que además, son cada vez menos, los que reflejan el comportamiento de las mujeres de nuestra época.


Como ejemplo,  os transcribo un análisis, de  un día cualquiera en la oficina:  una compañera está de pie en la fotocopiadora, esperando a que salga un documento impreso, pasa un compañero, la mira y dice “parece que estás  en una barra americana” y sigue caminando… no  se le ocurrió otro lugar más cotidiano “parece que estás esperando el metro”… Momentos después, observamos una reunión, en la que un comercial intenta vender un nuevo servicio a una mujer, y  utiliza como  ejemplo de persona con poca capacidad intelectual para entender la propuesta de su servicio, a un “ama de casa”, rápidamente se da cuenta de que su intención es vender y de que está enfrente de una mujer, probablemente con doble jornada, es decir, que ejerce de ama de casa después de su jornada laboral,   y éste para arreglarlo añade: “con todos mis respetos a las amas de casa…”, si el ofendido hubiera sido un hombre, este comercial habría perdido la venta... 


Finalmente, estamos en una reunión donde hay mayoría de hombres y una mujer, un compañero suelta una palabrota e inmediatamente se disculpa solo ante la compañera. Y así podríamos seguir contando cientos de  casos más. Si preguntamos a los hombres de nuestros ejemplos, es muy probable que sean de los que entienden la desigualdad de género, como positiva, de los que  te dejan pasar primero, te colocan la silla al sentarte o te abren la puerta del coche. Este análisis no trata de recriminar a las personas, lo que estamos intentando es sacar a la luz las carencias de la educación de nuestro sistema patriarcal, basada en tratar a las mujeres como seres inferiores, a las que se puede lisonjear al mismo tiempo que degradar a través del uso de una gramática sexista aprendida desde la infancia,  las expresiones machistas repetidas constantemente en el entorno familiar y vecinal, los chistes misóginos en las reuniones con amigos, etc. etc.  


Para que esto no se quede en un monólogo, os proponemos un ejercicio práctico y si os animáis a participar, por favor, entrad en comentarios y contarnos vuestras experiencias. Intentad durante un día,  ser conscientes de todo lo que oís y quién lo está diciendo, en dos de cada tres conversaciones con vuestros compañeros, amigos, pareja, es muy probable que  encontréis una ironía, una expresión misógina o machista que en algunos casos será una repetición automática, aprendida en su proceso de socialización, y en otros denotará claramente un prejuicio androcéntrico o clasista, en cualquier caso, iremos analizando las fuentes de tales improperios y sobretodo ya que estamos en época de recortes, cortar el suministro...