lunes, 19 de diciembre de 2011
La situación de la mujer ¿alguien piensa que es natural?
Esta claro que la mujer, en general, sigue una pauta de comportamientos diferente al de sus compañeros de vida. Es como si tuviera facilidad para renunciar a sus propios intereses o, dicho de otro modo, sus intereses en muchos casos beneficiaran más a los que tiene alrededor que a ellas mismas.
Ya en 1963 Betty Friedan escribía “existe una extraña discrepancia entre la realidad de nuestras vidas como mujeres y la imagen a la que intentábamos ajustarnos, la imagen que denominé la “mística de la feminidad” […]. La mística femenina no es más que una forma de la sociedad de embaucar a las mujeres, vendiéndoles una serie de bienes que las dejan vacías, padeciendo “del problema que no tiene nombre” y buscando una solución en los tranquilizantes y el psicoanálisis. Una mujer debe poder decir, y no sentirse culpable al hacerlo, “¿Quién soy? y ¿Qué quiero hacer en mi vida?” No se debe sentir como una persona egoísta y neurótica si quiere alcanzar metas propias, que no estén relacionadas con su esposo e hijos”.
“A la mujer se la enseñó a compadecer a aquellas mujeres neuróticas, desgraciadas y carentes de feminidad que pretendían ser poetas, médicos o políticos. Aprendió que las mujeres verdaderamente femeninas no aspiran a seguir una carrera, a recibir una educación superior, a obtener los derechos políticos, la independencia y las oportunidades por las que habían luchado las antiguas sufragistas. […] Miles de voces autorizadas aplaudían su feminidad, su compostura, su nueva madurez. Todo lo que tenían que hacer era dedicarse desde su más temprana edad a encontrar marido y a tener y criar hijos”.
Bourdieu nos dice que las realidades sociales son en realidad ficciones sociales sin más fundamento que la construcción social, existen en tanto que son reconocidas colectivamente en virtud de un principio de visión y de división común que tienen en mente todos los que han tenido la misma socialización. Por esta razón, este principio de construcción es una estructura mental individual a la vez que colectiva y constituye una ley tacita de la percepción y de la práctica, que sirve de base al consenso sobre el sentido del mundo social, la base del sentido común y colabora a la construcción de la realidad que evoca. Para Bourdieu la mayoría de los actos humanos tienen como principio disposiciones adquiridas, que hacen que la acción tenga que ser interpretada como orientada hacia un fin concreto. Bien pudiera ser que las mujeres hayan alcanzado un espíritu estructurado conforme a las estructuras de un determinado juego social, en el que todo parece evidente dado que existe una relación de complicidad entre las estructuras mentales y las estructuras objetivas del espacio social.
Por otra parte, no hay sociedad que no tribute homenaje a aquellos que rechazan la ley del intercambio egoísta. La inmensa mayoría de las sociedades, de todos los tiempos, han valorado el desinterés de la gente, la capacidad de renuncia en favor de los demás, lo que no ha sido obstáculo para que, en casi todas ellas, los puestos destacados del poder social hayan estado ocupados por sujetos que no se han distinguido precisamente por ese carácter altruista, sino todo lo contrario.
Sobre esta base, se trata de encontrar una explicación al comportamiento de muchas mujeres que renuncian a su propio interés en beneficio de los demás, al tiempo que los hombres, en general, mantienen un pundonor que les prohíbe tratar el cuidado y la intendencia familiar como cosa propia, asumiendo que son temas que quedan para las mujeres. Los hombres a menudo se las arreglan para hacer que las mujeres hagan lo que ellos no pueden hacer sin rebajarse.
De esta forma se nos presenta un rompecabezas con las siguientes piezas:
1.- Una estructura social en la que cada vez hace menos falta la mano de obra y que se ceba con las mujeres, el paro aumenta más entre las mujeres (entre otras cosas porque ellas mismas no se ven, en general, como mantenedor principal de la familia) y son ellas las que ocupan la mayor parte de los trabajos a tiempo parcial.
2.-La socialización de las mujeres que las prepara en muchos casos para la sumisión y la renuncia. Se vuelve a revitalizar el modelo de esposa y madre, femenina y amantísima, se rescatan los valores femeninos de “complacer al novio” y se anima a la mujer para que vea como ajena la realidad exterior a su mundo doméstico, a lo que hay mas allá de “los suyos” y sus cosas (su presencia, su casa, sus habilidades sociales, tener conversación...)
3.- Unos medios de comunicación, que como en una representación de la “Teoría del Sock” de Naomi Klein, atemorizan a la población con “ lo mal que está el mundo”, las grandes corrupciones, el poco control, la mala situación económica, etc., de forma que se acepte cualquier cosa que les salve del desastre, y plantean como única solución la austeridad, la renuncia a unos beneficios del Estado del Bienestar con los que la mujer contaba para poder liberarse del cuidado de los suyos.
4.-La aportación de la patronal que, para los casos en que sea necesario el aporte económico de las mujeres, dada la miseria en que se van quedando los sueldos de la clase media, hace el favor de preparar para ellas puestos de trabajo “ajustaditos” a sus necesidades, esto es, para que puedan seguir atendiendo las necesidades de los que tiene a su cargo (la mujer está tan desposeída que por no tener, no tiene ni necesidades propias, ya tiene bastante con las de los que tiene que cuidar).
A la vista del rompecabezas completo ¿se trata de una pesadilla o de un bosquejo de nuestra realidad?, ¿nos prestamos las mujeres voluntariamente a mantener o, en general, a colaborar de alguna forma con situaciones que perpetúan la diferencia de condiciones económicas y sociales en la vida de hombres y mujeres? ¿aceptamos voluntariamente perpetuar nuestra especialización en la vida privada, algunas incluso de forma exclusiva?.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)