sábado, 22 de agosto de 2015

PASTILLA ROSA, PASTILLA AZUL: SEXUALIDAD, ANDROCENTRISMO Y FARMACÉUTICAS.

Leemos en los diarios de los dos últimos días, que en las farmacias estadounidenses estará disponible, a partir del próximo mes de octubre, la Flibanserina, a la que los medios de comunicación se refieren como la “viagra femenina”. Pero lo cierto es que parece que no lo es.

Dejando al margen el hecho infantil del color con el que las farmacéuticas han teñido cada uno de sus dos productos –azul para ellos, rosa para ellas- conviene señalar unas cuantas diferencias bastante más serias:

En primer lugar, la flibanserina actúa contra el “deseo sexual hipoactivo”, es decir, que mientras que la “viagra” masculina se ideó para que los hombres que quisieran, pudieran mantener relaciones sexuales, la femenina se ha ideado, en cambio, para que las mujeres que no quieren, sí quieran (y puedan así, supuestamente, ser más felices, lo cual ya parece un pensamiento bastante perverso).

Pero además, la pastillita de marras nos trae la nueva de que ya no va a valer no querer. Las presiones pueden comenzar a apuntar en una dirección que asusta. Porque ¿cuántas mujeres a partir de ahora se sentirán presionadas para cambiar el sentido de su voluntad, para estar siempre dispuestas a los deseos de “su” hombre –o de otros hombres- cuando la “ciencia” le está diciendo que ya no hay razón para decir no, excepto su terquedad para no ingerir la dichosa píldora?
Más aún ¿cuántos hombres comprarán esa pastillita rosa y se la harán ingerir, en cualquier lugar público o privado, con o sin el conocimiento de la mujer? Porque la flibanserina tiene efectos secundarios igualmente opuestos a los de la viagra masculina: produce sueño, disminución de la presión arterial, puede llegar a ocasionar incluso desmayos… induce, digámoslo de una vez, una imagen –y una realidad física- de debilitación de la mujer, completamente contrarias a las de la píldora masculina.

Para terminar de rematar el concepto, la viagra masculina actúa sobre la presión arterial, mientras la flibanserina actúa… sobre el cerebro. A nivel simbólico, el mensaje que se emite es: si la mujer no quiere tener relaciones sexuales es porque está mal de la cabeza. Fisiológicamente, supone debilitar su actitud o voluntad, para volverla más receptiva a la relación sexual.

La primera intención declarada de los “científicos” de turno es administrarla únicamente a las mujeres pre-menopáusicas (abundando en la idea de que si no quieren sexo es porque no andan muy bien de lo suyo, que al final es del cerebro). Pero tras esa cortina se esconde la realidad de la presión hacia una sexualidad androcéntrica, y el hecho incontrovertible de que todos y todas, mujeres y hombres, tendrán a partir de ahora legalmente a su disposición una pildorita para que las mujeres vivan sin vivir en sí, y quieran aunque no quieran. Algo así como para que las mujeres puedan anular su voluntad por voluntad propia.

En realidad, la única semejanza entre tan diferentes productos farmacéuticos, es que insisten en una visión de la sexualidad humana –y de la diferenciación de roles sexuales entre mujeres y hombres- que creíamos ya superada, y que ambas parecen tener en cualquier caso el mismo cliente final: ese que sí quiere, y quiere que las mujeres quieran, como, donde y cuando él quiera.



1 comentario:

  1. Muy interesante vuestra aportación. Dos cosas saco en conclusión: la investigación prioriza siempre los intereses másculinos y las mujeres debemos establecer redes de información y acción más potentes.
    Gracias

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