A pesar de la crisis, o precisamente por ella, existen razones de peso
para detenernos a reflexionar sobre los nuevos retos que se abren tanto a nivel
nacional como internacional en materia de igualdad. Por ello, si el anterior
post lo dedicamos a resumir la postura institucional presentada en el acto de
COMPI, hoy merece la pena que abramos un espacio propio a los problemas y propuestas
de solución presentadas por las organizaciones independientes, siempre más
pegadas a la realidad de las mujeres de hoy.
En primer lugar, y para abrir boca, queremos quedarnos con la idea de Maria José Cuaresma respecto de a quién
pertenece realmente “la mano invisible” en nuestras sociedades, que no es la de
los mercados desregulados, sino la que sirve para adentrarnos en el concepto de
corresponsablidad: esa mano invisible de las mujeres con la que siempre se
cuenta para arreglarlo todo a base de abnegación y trabajo constante, gratuito
y casi siempre olvidado. No podemos
aspirar a igualar las condiciones en el trabajo entre mujeres y hombres si la
corresponsabilidad en el hogar no existe y si no existen tampoco verdaderas
políticas de conciliación, para las que resultan ineludibles: una auténtica red
de servicios públicos; el reconocimiento y visibilización del trabajo de
cuidados; la recuperación y el desarrollo de la ley de dependencia, la equiparación
en derechos y valorización del trabajo de los y las empleadas de hogar,
informes evaluativos de impacto de género en las políticas públicas. Hace falta,
sobre todo, “otra mirada” otra forma de
hacer economía (una economía más femenina) y abordar las causas estructurales de la
desigualdad.
Esperanza Aguilar, puso por su parte esa mirada crítica en las ciencias de la salud, androcéntricas y orientadas a la medicalización
de las mujeres. Su Asociación propone también una visión de la salud que sea integral
y que no “trocee” los cuerpos. Reclama más información y comunicación sobre los
temas de salud que atañen a las mujeres, y que seamos nosotras quienes nos
hagamos más partícipes de nuestra propia salud y no dejemos que los “expertos”
nos traten de modo condescendiente, como menores.
Consuelo Abril habló de la violencia de género
y del rearme del patriarcado durante los últimos años, que se ha venido
produciendo fundamentalmente a través de tres discursos sucesivos: en primer
lugar, el de las denuncias falsas, un mito desmentido por estudios como el
realizado por el CGPJ, que muestra tan solo un 0,014 por ciento de denuncias
falsas en 4 años de Ley en vigor. A este discurso ya desmontado, le siguió el
del Síndrome de Alienación Parental (SAP), un síndrome ficticio que no avala
ningún estudio con cierto rigor, ni nacional ni internacionalmente. Y ahora el
discurso más actual, que es el de la guardia y custodia compartida, y bajo el
que parecen moverse intereses muy similares a los anteriores.
A estas alturas podemos afirmar que la ley de violencia de género es
válida. Si el año pasado se proponía un pacto de estado en materia de igualdad
y violencia de género, ahora se cree importante ir más allá, es necesario crear alianzas con la
comunidad internacional, unirse a actos y movimientos mundiales, y luchar
–siempre desde parámetros pacíficos- cuando haya que luchar. Además es
necesario ampliar el concepto de violencia de género, que actualmente opera no
sólo como violencia física sino también económica.
Al final hubo diversas
intervenciones que tocaron temas también muy oportunos como el
de la segregación por sexos ¿Cómo
podemos estar hablando de un plan de igualdad de oportunidades sin hacer
referencia a la educación y financiando la segregación en las escuelas? Es muy
importante insistir en esta cuestión: no podemos estar gastando recursos y
esfuerzos en igualdad que después una educación desigual puede acabar tirando por
la borda.
También se recordó otro modo de violencia de género como es la violencia sexual en mujeres y niñas, que
no implica la muerte pero puede dejar secuelas de por vida. Y sobre la mujer en el medio rural (Ley de
Titularidad compartida) y sobre mujer y cooperación
al desarrollo: las compañeras de otros países ya están padeciendo los
recortes, tanto a nivel económico como de derechos.
También se echó en falta en el acto el necesario enfoque intercultural en materia de género en el nuevo proyecto de
ley de igualdad. La omisión de este y otros aspectos de la igualdad es probablemente
el fruto de haber hecho este proyecto a espaldas de la sociedad y de las
organizaciones.
La representante de COMPI abogó por dar cabida a las organizaciones a
la hora de concretar la ley, y que se recojan las propuestas que se realizaron
en esta Jornada. Las representantes del gobierno han hablado de las directrices
de la Estrategia Europea cuando el plan debería regirse por las de la
Plataforma de Acción de Beijing, la cual
profundiza más en los diferentes aspectos de la igualdad. En esta línea
es importante evitar recortes con consecuencias como el reciente cierre de ONU
mujeres Además de aislarnos, España pone dinero en este proyecto, por lo que no
deberíamos perder la ocasión de contar con una oficina en territorio nacional.
En definitiva, podríamos resumir diciendo que hay muchísimo por hacer y
muchas ganas por parte de las organizaciones de hacerlo y de hacerlo bien. No
sólo somos necesarias en nuestro país: nuestras hermanas nos requieren y
esperan más allá de nuestras fronteras geográficas o ideológicas, culturales o estructurales.
Salgamos de nuestros pequeños mundos, pues, para encontrarnos con ellas.
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