martes, 27 de noviembre de 2012

Otra víctimas más...otra injusticia más

El pasado 17 de noviembre, Rosa María Jiménez, de 42 años, fue asesinada y descuartizada. El presunto asesino, una vez más, su pareja. En este caso un indigente de 53 años que había hecho público en múltiples ocasiones delante de la familia de Rosa María, que si no era de él, no sería de nadie. La familia cuenta que Rosa María seguía con él porque le daba pena, porque tenía miedo... porque el maltratador atrapa. Rosa María vivía en un antiguo lavadero y acogía a todo aquel que tenía necesidad e intentaba ayudarle en lo que ella pudiera, pero nadie pudo ayudarla a ella. Si la muerte de una mujer a manos de su pareja es indignante, más lo es escuchar que el juez ve los actos como delito de homicidio. Una condena mucho menor que la de asesinato. Las razones son que no considera que hubiera ni saña ni alevosía. La pregunta de todas y todos es obvia: cuando alguien descuartiza un cuerpo en trozos, ¿no hay ensañamiento?. La familia de Rosa María, pese al dolor, aseguran que se van a personar en la causa y van a luchar porque la verdad salga a la luz. Para ellos no hay duda alguna de que la mujer fue asesinada, y el asesino, merece la mayor de las penas. Indignación...y ya son 53 las mujeres muertas.

2 comentarios:

  1. Yo creía que la diferencia entre homicidio y asesinato era la premeditación,y en este caso la había porque él lo había anunciado, hay premeditación, alevosía y saña. El sistema judicial español debería recordar que su principal misión consiste en impartir justicia, para que nadie acabe decidiendo que no tiene más remedio que tomársela por su mano. Si los débiles comienzan a percibir que ya ni siquiera existe la ficción de la justicia ¿van a seguir dispuestos a morir por nada?¿durante cuánto tiempo? Dentro de poco veo a este país como en algunos lugares de México, donde los vecinos y familiares son los que "ajustician" a los indeseables.

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  2. No creo que un indigente pueda permitirse pagar un abogado para que le rebaje la condena por ese cambio de términos, ¿ no será que el proceso es menos costoso?. Vivimos en un mundo frío y calculador donde el ser humano forma parte de un balance de cuentas, en la columna de pérdidas están los más frágiles y débiles: enfermos, ancianos, niños y mujeres...

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