viernes, 30 de diciembre de 2011

La maternidad ¿Un asunto exclusivamente de mujeres?


Soraya Sáez de Santamaría, portavoz del Partido Popular en el congreso de los diputados ha sido madre recientemente. Cuando se produjo el relevo político, tras las elecciones del 20N, en las que el PP obtuvo la mayoría absoluta, ella tomó la decisión de asumir la negociación para el traspaso de poderes. Había pasado una semana después de haber dado a luz a su hijo.

La polémica saltó inmediatamente, y todos los tertulianos del país tuvieron algo que opinar sobre el tema.
Por un lado, es cierto que la sociedad española necesita “modelos” y que la renuncia a los permisos por maternidad por parte de una persona relevante como Sáez de Santamaría refuerza a todos aquellos contratadores y empresarios contrarios a estos permisos, que erróneamente los plantean como una pérdida económica para sus empresas, cuando precisamente la legislación que se ha desarrollado a lo largo de los años prevé que los permisos maternales tengan coste cero para el empresariado español.

Otro tanto cabe decir del despido por embarazo, del que frecuentemente tenemos noticias por los medios de comunicación. Se sigue despidiendo a mujeres embarazadas a pesar de que se trate de un delito contemplado en varias de nuestras leyes.

Dicho todo lo anterior, tenemos que ser conscientes de que estos derechos son reivindicaciones para la mayoría de las mujeres y que su incumplimiento es muy grave, pero puede entrar en contradicción en muchas ocasiones y, en este caso en concreto, con otra de las grandes reivindicaciones de las mujeres que es lograr el poder.

Todas las demandas de permisos por paternidad vienen en apoyo de la conciliación de la vida laboral y familiar paliando esa posible contradicción entre ser madre y asumir un papel profesional del que puede haber solo una oportunidad en la vida de una persona. En este caso se produce la coyuntura concreta del traspaso de poderes entre un gobierno y el siguiente y se hace necesario priorizar entre el papel profesional o el maternal.

Actualmente, la gran reivindicación es precisamente la conciliación de la vida laboral y familiar que supone un avance en relación con la reivindicación de los derechos de permisos por maternidad. La reivindicación presente trata más del intercambio de roles; el problema es que se solapa con un derecho no conseguido completamente como son los permisos maternales e incluso los despidos ante el embarazo.

Si el derecho a los permisos, tanto maternales como paternales, estuviese implantado sin duda alguna, no habría lugar a la discusión porque sería el derecho de las mujeres a tomar decisiones como adultas y en igualdad de condiciones que sus compañeros varones. Pero al estar en precario el derecho elemental del permiso maternal cabe pensar en los modelos, los ejemplos que se transmiten desde los lugares públicos a la ciudadanía.

Tratándose de mujeres profesionales, como es el caso de la actual vicepresidenta del Gobierno, además del padre de la criatura, que también tiene que asumir la igualdad,  suele haber otro tipo de ayudas en el cuidado de los pequeños, así lo que para algunas mujeres es un problema para otras ha dejado de serlo.

Pero sobre todo las mujeres son adultas con capacidad de decisión y no se les debe culpabilizar por adoptar una u otra. Ni se les puede obligar a renunciar a uno u otro de los roles, ni materno ni profesional. Se diría que parte de las críticas a la temprana incorporación al trabajo después de la maternidad hacia Soraya Sáez de Santamaría parecen tener otro fundamento, que es el ideológico.

Si molesta su ideología critíquesela por ella y por su comportamiento político que en definitiva es su rol público y dejemos de criticar las decisiones privadas relativas a cómo ejercer su maternidad que seguramente no será de abandono del bebé.

En esta, como en otras ocasiones, cuando se culpabiliza a las mujeres en su papel de reproductoras en realidad se está distrayendo de la implicación del resto de la sociedad en este transcendente asunto.

3 comentarios:

  1. Si la sociedad sigue considerando la reproducción un asunto exclusivamente femenino nunca lograremos la igualdad.
    Es obvio, y la ley lo recoge, que la mujer que da a luz necesita un tiempo de recuperación física. Por ese motivo las seis semanas posteriores al nacimiento han de ser tomadas obligatoriamente por la madre. Sin embargo, en mi opinión el mayor conflicto lo encontramos cuando los derechos de cuidado son tan diferentes para ambos progenitores. Los permisos son claramente exiguos, pero en el caso del varón son ridículos. Esto no sólo es una vulneración de un derecho para el padre, sino un problema que implica también a la madre y repercute en los roles de ambos en la sociedad. Además, recibir los cuidados de su padre en ese tiempo es un derecho del hijo.
    La labor de cuidado plantea una dualidad porque no sólo es un derecho, sino que también es un deber moral. Visto de este modo, debe ser compartido por los miembros de la familia, distribuyéndolo según su criterio y con una equidad que hoy las leyes no permiten por dos razones: la brevedad de los permisos y la gran diferencia entre ambos dependiendo del sexo del progenitor.
    El actual gobierno (PP) acaba de posponer la ampliación de la baja por paternidad de 30 días hasta 2013. El gobierno anterior (PSOE) también pospuso esta medida. Ambos alegan la crisis como motivo. ¿Cómo lograremos la igualdad si nuestros políticos no adoptan medidas que protejan la equidad y dejan de cargar la reproducción en exclusiva a las mujeres?

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  2. Creo que la mejor garantía de los derechos de un bebé es la salud de los derechos de sus propios progenitores, unos derechos que para la mayoría de la población están retrocediendo a pasos de gigante y cuya peor parte se están llevando, hoy como ayer, las mujeres. Caer en la trampa de cuestionar a las que tienen poder por los modelitos que visten o por los días que llevan sin dormir velando por su bebé es caer en la trampa de un esencialismo interesado que pretende tal vez devolvernos a la casa a suplir con el sacrificio de nuestra propia vida un Estado de Bienestar ya inmolado y quizás, sólo quizás, adelgazar en la medida de lo posible las cifras del paro (cuantas más mujeres haya en casa cuidando y trabajando gratis para los demás, menos "paradas" oficiales habrá). Hay que tener cuidado, y creo que el artículo pondera en justa medida los derechos y responsabilidades de tod@s.

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  3. Por cierto, uno de los actuales granitos de arena que mejor rebate el manido esencialismo sexista es la posibilidad de adopción en parejas del mismo sexo ¿Estará Saenz de Santamaría a favor o en contra de la adopción en estos casos, todavía cuestionada en nuestro país por algunos sectores -y por idénticos motivos-?

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