El periódico de hoy trae una triste noticia: ha muerto Natacha Seseña. Historiadora, escritora –suyo es el libro “Goya y las mujeres”- defensora de la alfarería como expresión del arte popular, fue por encima de todas las cosas una mujer comprometida y consecuente
Nació en un año emblemático -1931- y, según relató ella misma- tomó el nombre por el que siempre fue conocida del personaje de Alejandro Casona Nuestra Natacha.
Claramente identificada con la izquierda, fue de las primeras mujeres en divorciarse, de las primeras que condujo su propio coche, de las primeras en manifestarse contra el poder de la iglesia católica en la sociedad española y contra la pretensión eclesiástica de dictar su criterio en la elaboración de las leyes.
Natacha luchó por abrir caminos que algunas mujeres hemos recorrido con menos dificultad y que otras habrán de recorrer sin tener que luchar como ella lo hizo. Para muchas de nosotras fue un referente: por su compromiso con la cultura, con los intereses de las mujeres y con los de la sociedad.
La ausencia de Natacha Seseña nos empobrece a todos, mujeres y hombres. Nos queda su ejemplo. Sin mujeres como ella las mujeres no estaríamos donde estamos ahora. Por eso deberíamos reflexionar las causas de que en un momento como el actual –con enormes medios para acceder a la información y al conocimiento, con una conciencia social suficiente a favor de heroínas como ella y con un elevado número de mujeres dispuestas a reivindicar su lugar en la sociedad- Natacha Seseña no sea conocida para una mayoría de mujeres que sí conoce las andanzas de otros personajes de menor entidad que abundan en las pantallas de televisión.
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